55. Anexos

Ya no se sabe casi nada más del muchacho asesinado a golpes en la plaza Intendente Seeber el domingo 4 de noviembre.
¿Cómo se llamaba?
¿Qué hacía?
¿Era el encargado de recibir los pedidos de delivery en el call center de la cadena de pizzerías Romario o era un repartidor?
Sebastián Sánchez tenía 26 años, venía con unos amigos de bailar y se encaminaban, alrededor de las 8 de la mañana, al Casino del Hipódromo de Palermo para jugar en las máquinas.
Hay quien dice que la policía detuvo a tres hombres y hay quien dice que detuvo sólo a dos. Como sea, sólo uno de ellos quedó imputado por el asesinato aun cuando también recuperó la libertad. El juez caratuló la causa como Homicidio Preterintencional, delito excarcelable con una pena máxima de uno a seis años de prisión.
El juez de instrucción Alberto Baños que imputó al sujeto llamado Axel Rolando subrayó que era el único de los detenidos que tenía lastimados los nudillos y que tras un careo con otro de los acusados reconoció haber sido él quien le pegó y empujó a Sebastián Sánchez.
Se ignora sin embargo el motivo por el que lo hizo.
Los hechos, los llamados hechos de la realidad, parecen entonces procesados por un lenguaje técnico que consigue alejarlos más en el tiempo y borrarlos del presente.
Una muerte es una presencia ominosa en quien la recuerda y un vacío que poco a poco se instala en la memoria social.
La plaza Intendente Seeber es el triángulo con un lado curvo: Avenida Colombia.

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