61. Etcétera

¿Y si existiera la felicidad?
¿Qué sería?

Él tiene un amigo.
A veces, él, habla con ese amigo.
Le cuenta, por así decirlo, sus cosas.

La quinta de Juan Manuel de Rosas desde la cual gobernó Buenos Aires desde 1829 y la llamada Confederación Argentina desde 1835 hasta 1852 estaba en la actual Plaza Sicilia enmarcada por las avenidas Libertador, Sarmiento, Figueroa Alcorta y Casares. A cien metros de la casa había un aromo al que Manuelita le pedía a su padre que la acompañara y ahí le pedía indulgencia para algún adversario o que le perdonara la vida a otro. Contra lo que se dice o cree el Aromo del Perdón -así se lo conoce desde entonces- pervive en el lugar, muy cerca del monumento a Sarmiento debido a Auguste Rodin y protegido por una reja de hierro baja. Una placa ya casi ilegible así lo confirma.

Sin proponérselo, anoche él volvió a ver en parte 06/05 dirigida por Theo van Gogh en 2004.
Ya tiene otros anteojos.
Y con las nuevas graduaciones se ha hecho tres pares: unos multifocales, unos para mirar de lejos y unos para leer. Las películas en la televisión las ve con los anteojos para mirar de lejos.

Ella, la chica que más lo ha querido en la vida, se llama Tamara Maragall.
Todo hay que decirlo. O no. Pero en este caso así son las cosas.

El niño se durmió agotado, finalmente a salvo de cualquier amor, escribió Peter Handke en Historia del lápiz.

Esta es una obra de ficción y sus personajes y situaciones son completamente imaginarios. Cualquier similitud con personajes o situaciones del pasado o del presente es puramente accidental, y no se los debe identificar con ninguna persona o hechos reales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario