La pregunta recurrente es: ¿Y si esto no da resultado? La posibilidad de perder un ojo, en un caso así, no se presenta como descabellada. O es el temor que lo asalta como un mal sueño que no acaba de terminar o del que no hay manera de despertarse y que cada tanto se repite. Perder un ojo.
Son tres semanas. Tan simple o tan breve como suena. Es decir, una eternidad. Debe dormir boca abajo. El lado derecho de la cama no es una amenaza porque es el lado en el que duerme. En cambio el lado izquierdo queda libre y sin darse cuenta, es obvio, dormido, podría girar en la cama. Por eso amontona almohadones de ese lado que le impedirán hacerlo.
Pronto comprende que ya ha aprendido a dormir boca abajo. En dos, en tres, máximo en cuatro días sabe que no se dará vuelta durante las tres semanas.
Y le parece haber entendido que lo que el cirujano quiso decirle es que dormir en esa posición es fundamental para que el gas que tiene adentro del ojo izquierdo se vaya liberando de la forma más lenta posible.
Hacerlo, piensa, le evitará perder un ojo.
Se trataría más o menos de eso.
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