43. Los Galgos

Entonces ella entra en el café por la puerta de Callao y algo parece iluminar el bar, o disparar estrellitas, o -¿qué otra manera hay de decirlo?- algo llama la atención. Por eso una pareja sentada a una mesa junto a la ventana de Lavalle la mira y un hombre que está por salir por la puerta de la ochava se detiene...
La chica tiene hoy unos cuantos años más que cuando se conocieron pero parece, de todas maneras, una mujer joven, y es atractiva, con su pelo en una melena muy corta de color intensamente negro y vestida con pantalones y una camperita o una chaquetilla que hacen pensar que son de cuero negro pero cuya gracia consiste justamente en no ser de cuero y en promover la idea de que ropa así, igual que los borceguíes que lleva, los diseña y fabrica ella o sólo se consiguen en Nueva York, una de las ciudades del mundo, igual que París o Berlín, a la que viaja por lo menos un par de veces al año.
Así que se sienta, ella, por fin, a su mesa, y sólo quiere tomar un agua sin gas y una sonrisa que es su amplia, bella sonrisa de siempre no se le cae de los labios cuando le pregunta a él cómo está después de tanto tiempo y él no encuentra las palabras que debe decir primero. Por eso sonríe, también, mueve la cabeza, pide, él, otro café y dice Bien, dejé de fumar.
Todos dejamos de fumar, dice la chica que él cree que es la mujer que más lo ha querido y lo dice con una simpatía que lo ayuda, a él, a sentirse mejor en su silla, y a repetir Estoy bien, muy bien, ¿y vos?

1 comentario:

  1. encontrarse con la persona que uno cree que fue la que más lo quiso, es de algún modo reencontrarse con la mejor versión de uno mismo

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