En las versiones online de algunos diarios, el domingo a la tarde, apareció la noticia de que el muchacho que estaba caído en la vereda de la plaza Intendete Seeber esa mañana del 4 de noviembre había sido asesinado a golpes. Algo lo sacudió entonces, a él, al descubrir que lo que había visto era el cuerpo sin vida de un hombre de 26 años. Un cadáver. Una muerte. Algo que lo más cerca que había estado del fin de una vida había sido pensar, como lo había hecho él, que quizás el hombre estaba en coma alcohólico.
Por eso volvió, una y otra vez, en la tarde del domingo, a entrar en las versiones online de los diarios. Y el día siguiente a buscar la noticia en la edición impresa de uno de esos diarios.
Sin saberlo ha visto un muerto tirado en la calle.
Y la muerte abandona la realidad para convertirse en textos, fotos, hipótesis. Pero en nada que tenga continuidad ya que desde entonces no se ha vuelto a saber más nada del asesinato. Lo único, tal vez, en no recuerda qué medio en la web, una versión mal escrita de los hechos que sostenía que después de cruzarse en la plaza con un grupo un hombre con antecedentes de violencia le dio al muchacho una patada en la nunca y que esa parada lo había matado.
Las noticias que él vio online el domingo a la tarde se encuentran con facilidad buscándolas en Google.
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