87. Anexos

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Michel Siffre (1939) es el espeleólogo francés que en 1962 vivió durante dos meses a 114 metros bajo tierra en el interior de un glaciar subterráneo en la frontera franco-italiana sin reloj ni nada que le permitiera registrar el paso del tiempo.*

   * Citado por Georges Perec en 86. El vacío (Georges Perec, Nací, Eterna Cadencia 2012).


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Sivori dice, y ha dicho siempre, que él no le puede reprochar a él que haya utilizado cosas que le pasaban a él, a Sivori, para escribir su última novela. Quizás, sí, que no haya cambiado los nombres de Pina Bosch, la mujer de enfrente, y de Carola Holms, a la que Sivori conoció a través de Pina. Pero también es cierto que Carola, cuando leyó el libro, no se molestó, no le dio importancia, y se desentendió en seguida del asunto. Es obvio que él no conocía ni a Pina ni a Carola en ese momento. Tampoco hace tanto, apenas un par de años. Pero las películas y las novelas se olvidan más rápido de lo que uno cree. Pina no se enteró. Estaba demasiado ensimismada, demasiado ocupada preparando su propio fin. Yo al principio no me dí cuenta de eso. Y cuando me dí cuenta ya era tarde. Pina tenía 43 años y Carola 39. Es decir, vos tenés la misma edad que Carola. Y en cualquier momento vas a aparecer en alguno de sus libros.
   -Yo no soy Carola -dice María-. Yo lo mato.

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Un twit:

Las adicciones no son malas. Lo que es malo es que a veces te matan. Y que otras veces te curás.

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Él cree que nadie queda del todo bien después de curarse de una adicción. Algo habrá perdido su elasticidad: o la percepción o la memoria o el pensamiento. En ocasiones, temible, lo que pierde alguien que se cura de una adicción es la elasticidad de los sentimientos.
Y si se le discute esta convicción, él, con ironía, dice: Remember George Bush.

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Maculopatía miópica

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El contenido explícito de las próximas citas textuales del diario puede afectar la sensibilidad de los lectores.

Anoche te quedaste dormido sobre mi espalda con tu pija descansando en mi culo. Respirabas como un hombre y yo debajo tuyo, muy quieta, muy blanda, sentía el movimiento rítmico de la respiración en tu cuerpo. Esa respiración me tocaba, me cojía, y yo me calentaba. Dormías y me cojías. Yo me movía imperceptiblemente como la respiración y te cojía.
No me animé a despertarte.

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Angioplastía

2 comentarios:

  1. Y yo también. Pero te sugiero leer desdesde el principio, o sea desd la entrada N° 1 en noviembre hasta hoy...

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